Comenzaron con mermeladas y pan amasado vendiendo en un camping a la orilla del rio. El matrimonio conformado por don Basilio Collao y la Señora Maria Marin, dio vida a la Dulcería El Molle, hace cuarenta años; una tradición del Valle del Elqui y destino obligado si de deleitar el paladar en una tarde de paseo se trata.
“Luego empezamos con los dulces y eso se fue quedando, las ventas fueron aumentando y cada vez llegaban más turistas, no solamente a El Molle, yo creo que al Valle de Elqui, en general, y esto se fue haciendo un destino turístico imperdible”, comenta Francisco Collao hijo de los fundadores y quien actualmente lidera el negocio familiar.
Así es como los hijos, yernas y nietos se hicieron cargo del negocio familiar y ahora atienden sin parar todos los días de la semana. El padre falleció y la madre participa lo justo y necesario debido a su avanzada edad. Son cientos los clientes que a diario llegan buscando chilenitos, empanadas de alcayota, merengues, palitas o príncipes, cachitos, empolvados, pie de limón, y tantas otras delicias preparadas con manjar casero y mermelada de alcayota, conservando las recetas originales.
Muestra de esa clientela está grabada en una de las paredes del local ubicado en Balmaceda 951, en la calle principal, donde todos quienes han tenido el placer y el gusto de conocer esta historia, dejan recuerdos anotados en hojas de papel.
“Esto es muy bonito, porque se mantiene la tradición, tenemos clientes por año y se va formando una amistad”.